Esta novela cuenta la historia de una adopción, y del abismo que media entre el deseo (que todo lo reduce, idealiza y endulza hasta el empalago) y la realidad (siempre tan cabrona y tan realista ella).

Transcurre en México DF, que para nosotros europeos es como entrar en otra dimensión. Vamos, que también podría haberla titulado: Adopción en la cuarta dimensión, pero desconozco por qué razón las rimas me desasosiegan, o sea, que lo dejamos en Cuaderno de Coyoacán.

Te cuento algo más…

Elena y Santi llegan a México DF dispuestos a iniciar la experiencia de su vida. Saben que en breve todo va a cambiar para ellos, que ya nada será como antes. Por fin se va a cumplir el deseo por el que han estado batallando los últimos años: médicos, burocracias, funcionarios, familia, amigos… Decisiones íntimas tan personales y a la vez tan expuestas en plaza pública; tan opinadas y estereotipadas, pero en realidad tan poco vividas por casi todos.

Su plan de viaje es escueto y concreto: llegar a DF, conocer a Benjamín, cerrar los trámites finales, y regresarse con su hijo a casa… unos 15 días en la ciudad, como mucho tres semanas. No en vano han cumplido con todos los requisitos legales requeridos por… por quién quisiera requerir: La Haya, la Generalitat, el Gobierno Mexicano, la agencia… ¡Pasen y pidan! Pues sí, ha llegado el día en que todo ha estado a punto, todos sus papeles alineados y en regla, todo bendecido por los requeridores.

Y entonces llegan a México DF… y es como si ingresaran en otra dimensión.

La inesperada complejidad de acercarse a un niño que está viviendo su vida sin esperar a nadie, la desazón de quienes reniegan por tener que aceptar que México no puede cuidar de sus niños, la mal entendida y cuestionable ética que se amaga detrás del concepto mismo de adopción… Y con el DF como escenario: una ciudad vivísima y peculiar, enorme en todos los sentidos, y absolutamente magnética para unos europeos que -ingenuos ellos- lo último que habían previsto es que tendrían que plegarse a su ritmo y a su forma de ser.

Todo ello contado desde el aparente desorden y la superposición de historias, desde el susurro y desde el descaro… pero es que estás en México y no puedes luchar contra el caos que te arrastra.

Sólo puedes dejarte llevar y disfrutar, vivir aquello que tú no has vivido, que nadie más te podrá contar.

Te invito a saber algo más sobre la novela, su vida, sus milagros…

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