Hoy he estado reorganizando y subiendo algún material nuevo a la web. En realidad poca cosa para el mucho rato que me ha llevado (¡novaaata!). Ya sabéis lo que ocurre cuando uno se sienta delante del ordenador con internet en marcha, que te asomas a este mundo y no se te acaba… Hasta que te das cuenta de que se te han ido las horas y aún tienes todo por hacer.

En fin, que estoy pensando en enviar el link de esta página a algunas agencias y editoriales, para ver qué pasa (si les hace algún tipo de gracia, vamos), y no acabo de encontrar el momento de dejar los menús y los contenidos de la web quietos. Es cómo cuando tiene que venir la suegra de visita, que siempre te parece que la casa no acaba de estar en orden.

A parte de reordenar menús y accesos, he añadido varios artículos en Lecturas. Ahora -además del magnífico artículo de Ferdinand von Schirach sobre cuáles deben de ser los límites del estado y de la justicia y que a buen seguro ya habéis leído- podéis encontrar:

• Un clásico de García Márquez, gamberro donde los haya, como es su discurso en Zacatecas, en el I Congreso Internacional de la Lengua Español, y en el que el autor propone revolucionar la ortografía.

• También un interesante artículo sobre laísmo y leísmo de Javier Marías, es para compensar los excesos libertarios de Gabo, no se me vaya a enfadar el Dios de las Palabras, que yo necesito estar a buenas con él.

• Por último, he subido un artículo reciente de Antonio Roldán en el que se apunta una idea que me ha subyugado: habla de la necesidad de que hagamos ¡¡un big bang institucional!! ¿Os lo imagináis? Nuestros políticos e instituciones convertidos en una espeso magma de partículas a temperaturas estratosféricamente elvadas y a punto de ser expandidos (¡sí, en requeteminúsculas partículas!) por el resto de los tiempos a través del espacio sideral. ¿A que no hace falta que diga nada más? ¿A que la idea por sí sola da mucho juego?

Bueno, dicho y hecho todo esto, creo que ya es hora de que pique a la puerta de los semidioses de las palabras (es talmente como encomendarse a una suegra… nerviosssss) Ya os cuento.