¿Por qué les llamamos refugiados, si no tienen un refugio en el que cobijarse?
Son esas bromas que esconde el lenguaje y que nos cuestan tanto de descubrir, tal es la niebla mental que esparce la costumbre. Aunque a veces no sabemos si es el mal uso convertido en costumbre, o cierta perversidad interesada. Seguro que alguien averiguó –mucho antes que nosotros- que las palabras designan no tanto el hecho real, sino nuestro entendimiento del hecho, es decir, nuestra actitud ante él.
Les llamamos refugiados y así ya nos podemos desentender de ellos. Inconscientemente les damos por acogidos. Es una palabra que –a nosotros, a este lado del problema- nos resuelve una parte importante de la papeleta, nos apacigua el ánimo.
Pero, siendo honestos, no podemos llamar refugiados a los miles de personas que están de camino a ninguna parte. Refugiados sí son –por ejemplo- los 19 privilegiados que legalmente y de facto sí hemos acogido de la mano de nuestro gobierno, de los cerca de 16.000 inicialmente previstos. ¿Privilegiados? Más bien parece otra broma de mal gusto.
Sí, así es, son 19 las personas que hemos acogido. Tanto como así: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho y diecinueve.
Sin palabras. (Nunca sé cómo hacer un elocuente silencio con la escritura, y a veces lo echo tanto de menos. Un silencio que nos incite a reparar en lo que acabamos de leer. A falta de señalización para el silencio, y aprovechando este paréntesis, voy a repetir: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho y diecinueve.)
Propongo iniciar una protesta popular para, igual que hemos cambiado la designación de imputado por la de investigado, cambiar la de refugiado por un término que refleje el sentido real del concepto.
A los no refugiados podemos llamarles: huidos, apestados, ninguneados, mala-suerte, se-siente, haber-nacido-aquí...
No sé, se me ocurren tantas opciones, que yo le pasaría este marrón a la RAE, que para eso están y seguro que atinan con el término debido.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve…
Acertado, como siempre, Anna
Beso!!
Anna, maravillosa pluma y certero el tema. Avergonzados debemos estar todos de lo que está pasando.
Gracias por llamarnos la atención.
No somos conscientes de la bendición que tenemos por haber nacido donde hemos nacido. A pesar de los Barcenas, Pujol, Noos, Gurtel, etc. etc. etc.
Por no hablar de los Rajoy, Mas, etc. etc.
A pesar de ellos, bendita suerte tenemos y debiéramos compartirla con generosidad con los que huyen de una guerra. Que de eso también sabemos algo.
Gracias.
Es cierto, pero, si nosotro lo vemos tan claro… ¿qué debe de haber por ahí flotando que lo complica tanto??