Neptuno en la playa

13. abr. 2014 | ficciones | 2 comments

Dos del mediodía. Domingo. Agosto. Mediterráneo.

El sol luce con desparpajo en un cielo aparatosamente azul, vacío, inmenso, y barre de la arena ardiente a quienes –precavidos- recogen parasol, cubos, palas, toallas y van a protegerse del infierno en las penumbras de sus casas o bajo los toldos refrescantes de las tabernas.

La playa se relaja.

Una extensión de arena tostada reaparece paulatinamente, el agua –hasta hace unos minutos cubierta por un leve manto de espumilla, polvo, ramitas trituradas que quién sabe de dónde vienen- se va despejando y va tomando un espléndido aspecto de verde cristalino, podrías llegar a contar los granos de arena del fondo del mar.

Un chiquillo de unos diez años y con gafas de bucear sale del agua, se acerca a su madre para informarla: “Soy Neptuno, mamá. Hay peces.” Y se zambulle de nuevo en ese mar amistoso que lo engulle con gusto. Nada, bucea, flota con piernas y brazos extendidos, panza arriba, hace una rosca y flota con la espalda al sol, los brazos caídos, como un Neptuno desfallecido, eterno, lanza un chorro de agua por el tubo de su escafandra y se zambulle de nuevo tras el manojo de peces dorados y transparentes que le esperan para jugar.

“Sí, claro que eres Neptuno.”

Sobre la arena, algunas parejas aquí y allá, pocas. Algún parasol disperso. Mucho silencio. Estupor por el agua mansa, por el fondo nítido de arena y conchas, por los peces que pecean mecidos por el suave vaivén de un mar que sestea.

 

playa

 

2 Comments

    • annalleonart

      Hola Carles,
      Gràcies per la recomanació. M’hi he donat una volta, és interessant! N’estaré al cas.
      Petons,

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