Hablar de política en Catalunya en estos momentos no es la mejor manera de hacer amigos. De ahí que, si no os importa, no hablaré de política, sino de un aspecto de fondo (¿o debería decir de forma?) que ocurre en estas elecciones del 27S y que a mí me resulta anómalo, aunque parece que ya lo hemos superado y lo vamos dando por bueno. O mejor aún, y más simple y más llevadero para todos -excepto para ella, quizás-, no voy a hablar de política, sino de mi madre.
Este fin de semana, y es la tercera vez en las últimas semanas, he tenido de nuevo con mi madre una conversación parecida. Empezamos siempre por que ella me pregunta algo así como:
- ¿Y si alguien vota NO, cómo sabrán a qué partido está votando?
O…
- ¿Yo cómo sabré por quién he de votar? No acabo de ver quién está a favor de qué…
O…
- ¿Por qué en las listas del partido X no está el candidato Y a la cabeza? (Pregunta que vale para cualquiera de los partidos/candidatos que concurren.)
Vamos… a una semana de depositar su voto en la urna -símbolo del valor supremo de todo individuo en la sociedad que habita-, mi madre sigue sin comprender qué narices estamos haciendo esta vez: si estamos votando por independencia si o no, si estamos votando por un partido para que haga qué, ni quién es quién entre estos candidatos que le son del todo desconocidos, como recién llegados al baile de máscaras en que se han convertido estas elecciones en las que -no se lo digáis a mi madre, !es tan lindo que crea que yo sí lo entiendo todo!- sigo sin saber quién será el candidato-real que esconde cada candidato-máscara.
Mi madre es una encantadora señora de 81 años con una energía envidiable y con su capacidad de raciocinio y de decisión suficientemente enteras para ejercer todas sus libertades sin tener que pedirle permiso ni consejo a nadie. Cierto es que nunca ha sido una experta en temas políticos, yo sospecho que se queda en una primera capa, y puedo asegurar aquí sin temor a equivocarme que jamás se ha leído un programa electoral… pero como tantos de nosotros ¿no? Ella se ha criado y más que madurado en una sólida dictadura, lo cual sin duda ha mermado su interés y afición para profundizar en los recovecos de fondo de estos temas. En cualquier caso, nada de lo expuesto aquí la hace menos apta como votante ni le quita a su voto un ápice de valor ni de importancia.
Mi madre, como la mayoría de personas que vivieron en el inmenso y espeluznante erial democrático que fue este país, desde que adquirió la preciada libertad de votar nunca jamás ha fallado a la cita cuando se le ha dado la oportunidad de pronunciarse, y tampoco nunca antes la he visto en los problemas de comprensión con que ahora se encuentra.
- Mira hija, yo creo que esta vez no iré a votar, porque no entiendo nada, y no quisiera votar en lo que no creo.
Si eso es lo que hemos conseguido, es para ponernos a llorar, de verdad.
Todos estaremos de acuerdo en llamar execrable a la situación de no ir a votar porque no te convocan a ello -como le ocurrió a mi madre hasta casi sus 50 años- y otra -a la que no sé qué adjetivo poner- es que no vayas a votar porque el monumental pastiche que entre todos hemos montado te lo haga incomprensible.
¿Cómo podemos llamar a esta segunda opción?
A mi me falta diccionario, y quizás me sobra coherencia democrática.
Deliciosa descripción de una situación surrealista creada por gente inteligente que pretende mover la razón desde la emoción. Y ya los griegos … de hace 2.000+ años señalaban que la emoción es el detonante y la razón debía ser la ejecutora.
Gracias Anna por tan bello texto. Dale muchos ánimos a tu estupenda madre.
Sí, ahí estamos, tratando de desmadejar la madeja. Beso!!
Simplificando, en estas elecciones votamos a partidos que promueven un nuevo país, los independentistas y los que quieren que nos quedemos como estamos, los unionistas. Los independentistas prometen si ganan, un país más justo y con má equilibrio social. Los unionistas, prometen que haran cambiar a España para que escuche a Cataluña. La opción independentista es nueva y los unionistas, llevan 30 años prometiendo. Fin.
Sí Xavier, de acuerdo, tú simplificas la situación final, pero yo me lamento del principio, de las torpezas que nos han llevado hasta esta situación que tú dibujas, y además torciendo el sentido de unas elecciones, y entre tanto mi madre -y tant@s otr@s- se nos pierden por el camino.
Un abrazo!