Cuando observamos el concepto de Cultura, estamos presenciando dos grandes mundos. Lo podemos visualizar como dos circunferencias que se encuentran por un punto de intersección, o como dos vistosas alas de mariposa unidas por la bisagra de un cuerpecito frágil:

En una de las alas tenemos el mundo que va del escenario hacia el público, y entonces hablamos de la abstracción de la realidad, la que despierta sensaciones, disfrute, necesidad, crecimiento, libertad, sentido crítico… 

En la otra ala, el mundo que va del escenario hacia atrás, y en él encontramos la realidad real, la de las personas que cada día se levantan para amasar ideas, sueños y proyecciones, las personas que las representan, las que las interpretan, las que las convierten en instrumentos, las que imprimen sus letras sobre el papel… las que, en fin, convierten nuestra realidad en sensaciones.

En medio, el cuerpecito frágil contiene tan solo esos escenarios que vemos desde la butaca, las pantallas de proyección, los libros sobre nuestra mesita de noche, las pinturas en el salón, la escultura en la repisa o en el centro de una rotonda, los acordes en nuestros oídos…

Señor Ministro, sin una de sus dos alas, la mariposa jamás podrá volar.

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