Las modas llegan poco a poco, con disimulo, hasta que se establecen y entonces parece que siempre hayan estado aquí. Pero no es cierto, no siempre han estado aquí ni tienen porqué seguir estando. Uno tiene que tratar de detectar aquello sobrevenido que sería mejor que no hubiera llegado nunca.
En literatura, como en el mundo del vestir, también sufrimos modas, y ahora está en auge encontrarte al final de las novelas la página de Agradecimientos.
Sí, muy bien, agradecidos estamos todos y saludos a mi mamá que me estará leyendo sentada en el sofá floreado de su casita de algodón.
A ver, a los agradecientes, os pregunto: ¿qué estamos haciendo: literatura o quedando bien con colaboradores, amigos y familia?
La literatura no ha de tener normas, de acuerdo, que cada uno haga lo que le apetezca en su mundo narrativo. Pero incluso la anarquía creadora ha de prever el aterrizaje del lector, que vuela libre y sin protección, de ahí que, agradecido autor, te lanzo mi ruego-reflexión:
Y es que una vez me empieces a narrar, ya no quiero saber nada más de ti ni de tu cotidiana realidad. Para conectar la realidad con la ficción, ya tenemos la cubierta y las páginas de créditos, la dedicatoria, el índice… que se ponen al principio y en pequeño para no molestar. Pero, una vez me abres el mundo paralelo que creas con tus palabras, tus personajes, tus ritmos, tus sueños… déjame en él.
Verás, en el preciso instante en que acabo de leer la última frase de tu historia, que ahora ya también es mía, yo me encuentro viviendo en un planeta del que me duele regresar y es justo en este momento cuando no quiero saber nada de ti. Ni dónde has investigado cada parte de la trama, ni quiénes han sido tus mentores ni tus faros en la zozobra. No quiero saber que aquel mundo en el que he vivido hasta ahora —por el que he transitado, sufrido y gozado horas y horas y por el que ya empiezo a sentir una nostalgia profunda— sencillamente no existe y que solo es fruto de tu pericia y de tu tortuosa imaginación, apoyado por una corte de inestimables colaboradores.
Cuando llego al punto y final de nuestra historia, solo necesito que me dejes en paz en mi desasosiego sobrevenido.

Anna, jo diria: cadascu q faci el q volgui. Tb crec q no fa falta seguir les modes!!!
Hola Roser! Jajajaja!! Això sí, que cadascú faci el que vulgui… però que posin els agraïments al principi!!!!
si si al principio
a mi también me corta todo i de cop i volta
pues Anna estoy de acuerdo contigo, cuando acabas una buena lectura entrecontenta y entretriste y te cortan el rollo asi, de golpe!!!!
no deberian, no (bien pensado)
Si es que… ¿¿para cuándo el sindicato que proteja y defienda a los lectores?!?!?!?!? 🙂